miércoles, 3 de diciembre de 2008

Contenidos de la Ví@ en Rosa

Te ofrecemos aquí una breve síntesis del contenido del libro, realizando un recorrido somero por sus doce capítulos.

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1. Abriendo Puertas (El comienzo)

En el primero, Abriendo Puertas, arrancamos el viaje en un doble y privilegiado escenario: las islas de Chiloé, en Chile, y Bocas del Toro, en Panamá. Es curioso pero –ahora que me doy cuenta- en la vi@ las islas son una constante, pero islas que se encuentran conectadas entre sí, que no pierden nunca la referencia de su archipiélago y que, a la vez, no dejan de mirar con curiosidad y empatía a otros territorios lejanos.

2. Hormiguitas (El trabajo)

Hormiguitas, el segundo capítulo, habla de nuestra relación con el trabajo. Con el trabajo que se paga –a las mujeres ¡ay! sistemáticamente peor- y también con el que no se paga, ése invisible, que no se puede concentrar porque hay que repartir –y repetir- día a día, minuto a minuto, pero que es el que permite que la vida exista, que la vida siga. La actual organización del trabajo es mortal para nosotras porque nos exige plena dedicación al empleo (o nos excluye de este derecho cuando mejor conviene) mientras, en paralelo, espera que continuemos cultivando hogares perfectos. Un mandato imposible que las mujeres nos esforzamos por cumplir hasta reventar si hace falta. Y hablo de las mujeres de clase media con jornada doble y maridos a mitad. Porque luego están las otras: las que en muchos países, y también en España, son las sostenedoras únicas de sus hogares, en la doble función de proveedoras y cuidadoras. O que han tenido que emigrar para dar de comer a sus hijos cuidando a los hijos de otros, mientras que otras mujeres se hacen cargo de los suyos. Ellas no tienen voz, pero trabajar… ¡vaya si trabajan! Como dice mi amiga y Catedrática Cecilia Castaño, las trabajadoras de hoy también necesitaríamos -urgente e imperiosamente- una esposa. O, dado que eso parece un deseo de momento difícil de cumplir, no nos va a quedar otra que ponernos las pilas para trabajar menos, distribuir mejor la faena y obtener el reconocimiento que merece nuestra contribución a que las empresas, las familias, los servicios públicos y las sociedades en general funcionen.

3. Ciudadanas del Mundo (La identidad dividida)


Ciudadanas del Mundo se centra en reflexionar y compartir nuestras vidas en dos orillas. No ser de aquí ni de allá, serlo de ambos sitios, o de uno u otro según el momento, ser de aquí, de allá y de más lugares que se te van adhiriendo a la piel. Ser… no ser… La diversidad donde de verdad se cocina -y las fronteras donde realmente se desmoronan- es en el territorio emocional de las mujeres y los hombres migrantes, en el proceso –casi siempre doloroso y a veces también gozoso- de pertenecer-se, de reconstruir su identidad en medio de las orillas ensanchando así, de paso, las identidades colectivas. Tenemos la suerte de contar hoy en esta sala con la presencia de muchas mujeres –y hombres- que son testimonio de esta vivencia. Pero quisiera ejemplificarlas a todas ellas en María Manuela, ciudadana del mundo porque ha vivido en Angola, Sudáfrica, China, Cuba y España, es titulada en medicina, habla varios idiomas, cría con uñas y dientes a su hijo y a dos sobrinos de los que tuvo que hacerse cargo, lleva tres años limpiando casas y un restaurante en Madrid y, hace unos días, ha conseguido unos ansiados papeles que la acreditan -por fin y además- como ciudadana de este país.

4. Fruta madura (El cuerpo)

Fruta madura es el espacio para hablar de la relación con nuestro cuerpo, ese continente contenido –que diría Gloria Fuertes- con el que nunca estamos satisfechas porque lo concebimos, nos lo hacen concebir, como objeto y no como sujeto de deseo. El otro día leía que en España el 40% de los tratamientos de estética que se practican (quirúrgicos y no quirúrgicos) afectan a menores de 21 años (la media europea es del 13%); la mayor parte de ellos son operaciones de ‘aumento de talla’. O sea, que va a ser una realidad eso de que “sin tetas no hay paraíso”. Y que, cuando se van cumpliendo años, el paraíso se esfuma incluso con tetas. Porque llegan las arrugas, los sudores, las bolsas, los michelines y la ineludible fuerza de la gravedad. Que, por lo que se ve, es selectiva y sólo se ceba en las mujeres, pues los hombres deben tener un gen que les mantiene guapos y deseables hasta el final de sus días. Y, si no, que se lo digan a Peret, que sin escándalo social de ningún tipo acaba de dejar a su Santa (que así se llama su ex) para irse con una joven ¡54 años menor que él! He echado cuentas de que, si en esta sociedad hubiese igualdad de oportunidades en el mercado matrimonial, o bien la naturaleza nos hubiera obsequiado a las mujeres con ese gen del que les hablo, el amor de mi vida no habría nacido todavía y yo, en un par de años, podría hasta cambiarle los pañales a mi amado.

5. El príncipe de mis sueños y el hombre de mis insomnios (Los hombres)

Lo cual me da pie para entrar en el capítulo siguiente: El príncipe de mis sueños y el hombre de mis insomnios, un tema –lo reconozco- que nos ha hecho verter ríos de tinta virtual en éste y en los demás capítulos de la vi@. Mis amigas y yo también hemos sido pasto del cuento del príncipe azul, que es un mito extremadamente poderoso y de cuya vigencia, no sólo entre las mujeres de mi generación sino entre las niñas y jovencitas de hoy, cualquiera puede dar constancia.

¿Qué hombres queremos las mujeres? Pues, sencillamente, hombres que nos quieran. Pero hombres que quieran a las mujeres que verdaderamente somos y no a las que nos terminamos convirtiendo para lograr que ellos nos quieran. Mujeres dueñas de su deseo buscan socios para compartir los placeres, responsabilidades y sinsabores de la peripecia vital. Para abordar juntos lo que son los grandes problemas del mundo y frente a los cuales nos han dejado la mayoría de las veces tan solas: la alimentación, la salud, la educación, el cuidado, la sostenibilidad, los afectos… Hombres que no fundamenten su poder en esa necesidad de aceptación -y en esa capacidad de resignación- que nos hace a buena parte de las mujeres tan vulnerables y que se manifiesta en dos lacras, una extrema y la otra no pero cosidas, en el fondo, por un mismo hilo: el desgraciado que te pega y el listo que se te pega (que, a veces, pueden incluso llegar a ser el mismo hombre). Que no teman los procesos de construcción de nuestra identidad sino que se sumen a él con sus propios desconciertos, temores y fortalezas, dispuestos a compartir el gran reto de cambio de conciencia que los hombres y las mujeres de estos tiempos requerimos de modo urgente. Y que se avergüencen de cualquier forma de exclusión o violencia contra las mujeres, que actúen contra ella.

No os vayáis a creer que las mujeres en todo esto no tenemos nuestra propia revolución pendiente. ¡Vaya si la tenemos! A nosotras nos toca aprender a querernos y respetarnos más –y a victimizarnos menos-, a optar con sabiduría por esos hombres estupendos a los que tantas veces damos esquinazo por no ser lo suficientemente príncipes, a saber irnos a tiempo, a criar hijos con valores igualitarios, a ser un poco más solidarias y menos implacables entre nosotras…y no he hecho más que empezar.

6. Poderoso caballero es… (Don Dinero)

Y de ahí daremos un triple salto mortal al engorroso asunto del dinero, nuestro gran tema tabú, el ‘Poderoso Caballero’ del insigne Quevedo. Un Informe de Naciones Unidas nos recuerda que “las mujeres representan la mitad de la población del mundo, realizan casi dos tercios de las horas de trabajo, pero reciben una décima parte de los ingresos globales y poseen menos de una centésima de la propiedad mundial". Es decir, el dinero es cosa de hombres y los afectos (gratuitos) son patrimonio de las mujeres, ese amor que no tiene precio porque cuando lo tiene… (malo). Dar mucho y pedir poco para ser prototipo de la buena mujer o de la chica guay. Menos salario, no ganar más que él, no negociar el sueldo o el precio de un bien, no registrar las propiedades a nuestro nombre o dejar que se registren justo cuando no corresponde… En suma, nos cuesta cobrar, corremos a pagar y no soportamos deber. Y la pobreza femenina también se nutre con estas proclamas interiorizadas, igual que éstas abonan el terreno para que encontrar una sola mujer en alguna de las fotos de los protagonistas de la actual crisis (ya sean de los banqueros de las hipotecas basura, de los guerreros de Wall Street, de los distintos Grupos G o Eurogrupos, de los Ecofines, de los Bancos Centrales, de las diversas Cumbres, de los tertulianos y comentaristas expertos del asunto, etc. etc.) sea más difícil que dar con la famosa aguja del pajar.

7. Vida loca (El tiempo)

Julio es el mes de la Vida loca, porque las mujeres estamos empeñadas en llegar a todo sin dejarnos atar a los absurdos paradigmas dualistas de esto o aquello, que tan alejados se encuentran del flujo de la vida. Sabemos que la condición humana está forjada de autonomía y dependencia, de libertad individual y solidaridad colectiva, de personas que buscan espacio propio y de seres interdependientes. Y no queremos, no podemos, renunciar a nada. Aunque si nos liberáramos del terrible mandato ¡todo, ya y perfecto! nuestras vidas estarían, seguro, mucho mejor compensadas que ahora, serían un poquitín menos locas.

8. Cultivando el jardín (La cultura)

Cultivando el jardín se consagra a nuestras aficiones –más bien pasiones- culturales, reflejando algo que las estadísticas muestran una y otra vez: el consumo de la cultura es abrumadoramente femenino, aunque el mercado cultural esté, en cambio, muy lejos de serlo aún. ¿No piensan, como nosotras, que este mundo estaría bastante mejor plantado si equilibrásemos un poco ambas proporciones? ¿Si, por poner como ejemplo, en las paredes del Ateneo donde realizamos nuestra presentación madrileña hubiera siquiera un minúsculo retrato femenino que rompiera la unánime representación viril que observo entre sus próceres, o si en el techo apareciera una sola figura masculina de entre todos los frescos que representan las Artes?

9. Ciberencuentro (Internet)

En Ciberencuentro profundizamos nuestras reflexiones sobre la red en femenino pero sin dejar de usarla intensivamente para comunicar, de paso, nuestros avatares vitales que pasan en septiembre por momentos críticos en el capítulo de amores y desamores. Por algo dicen que, tras las vacaciones, las crisis de pareja están a la orden del día…

10. Embrujadas (El sexto sentido)

Y octubre ¿qué otro mes sino? va dedicado a indagar en torno a esas otras formas de conocimiento que van más allá del pensamiento racional y por las que muchas mujeres han sido quemadas en hogueras. ¿Charlatanería?, ¿otras fuentes del saber? Cada una puso su propia mirada y al conjunto lo bautizamos Embrujadas.

11. Punto final, punto inicial (Morir y renacer)

Punto final, punto inicial. Muerte y vida. En un noviembre real y simbólico los zarpazos nos ponen frente a frente con lo que realmente somos: seres vulnerables, con existencias cosidas por un hilo fino e incierto, hoy aquí ¿y mañana…? Un vacío que sabemos inevitable pero al que realizamos una interpelación permanente con la cabeza y dolemos infinitamente con el corazón.

12. Sirenas (la voz)

Y, por último, Sirenas. Un capítulo que habla de la voz perdida, recuperada, que deja patente hasta qué punto las mujeres nos concebimos a nosotras mismas como seres de comunicación. Introspección y cultura en red parecen ser el mejor camino a transitar para tocar la sombra y buscar la luz, para ser nosotras mismas y, a través de ese proceso, transformar el mundo.


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